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Solveig Font

Curator

Cuba

Solveig tuvo dificultades para labrarse una carrera como curadora en Cuba, ya que no logró legitimarse en su campo. El gobierno cubano no reconocía oficialmente la función de curadora dentro de las instituciones culturales estatales. Aunque decidió trabajar de forma independiente, Solveig renunció a un salario estable, la seguridad social y las perspectivas de jubilación. “Esta falta de reconocimiento de las voces independientes crea un efecto silenciador y plantea retos sustanciales a quienes buscan contribuir de manera autónoma al panorama cultural”, explicó.

En 2014, Solveig y el artista Julio Llopiz-Casal fundaron Avecez Art Space, un espacio cultural alternativo que nació de la necesidad de crear un entorno libre de la censura gubernamental. Avecez Art Space operaba en las paredes de la casa de Solveig y se convirtió en un bastión de la libertad artística para la comunidad, concienciando sobre las medidas restrictivas del gobierno, como el Decreto 349.

Solveig se unió al movimiento del 27N, acompañando a artistas, escritores y pensadores independientes que denunciaban las violaciones a la libertad artística y los derechos humanos. En 2021, también participó en las protestas del 11 de julio. La represión que enfrentó la llevó a exiliarse en España.

Recomenzar en un nuevo país ha sido todo un reto. Solveig extraña profundamente a su hijo: “Él es mi inspiración”, compartió con ARC. Sin embargo, también ha experimentado momentos de gran alegría, como su participación en el Programa de Becas de Resiliencia para Artistas Cubanos Migrantes de ARC y PEN Internacional y la cofundación del colectivo creativo Forma Foco. Este colectivo trabaja en torno a la diáspora cubana con el objetivo de “mantener visible lo que ocurre en Cuba, impidiendo que el Estado cubano controle la narrativa y abogando por la inclusión de voces minoritarias”.

Durante el programa de becas, Solveig desarrolló “Actualmente no está disponible en su país o región”, una exposición que presentaba objetos traídos por personas que emigraron de Cuba. El proyecto exploraba el simbolismo atribuido a los objetos considerados valiosos para ser llevados al exilio. Solveig invitó a las personas a seleccionar un objeto que hubiera sido trasladado de su lugar “natural” a la nueva residencia de su propietario. Este ejercicio buscaba provocar nuevas reflexiones al revivir historias personales. Sobre todo, Solveig aspiraba a que la exposición y el ejercicio sirvieran como un acto de sanación interior, ya que cada objeto seleccionado tenía un profundo significado personal para quien lo había seleccionado.

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